ENERO
Jamás tantos muertos
rondaron la casa de los vivos,
jamás tantos vivos
habitaron la casa de los muertos.
Nunca se oyeron tantas voces,
nunca tanto silencio…
Nicolás Suescún.
Enero es un comienzo, un tiempo de descanso, de reflexión y lo es también de agotamiento; es una posibilidad de ver al pasado y de sostener en la mano la ilusión de un porvenir; es un tiempo nuevo, desde cuya cúspide podemos volver la vista atrás y cavilar sobre el camino transitado.
Este enero, quizá como ningún otro en el tiempo que nos cupo en suerte, fue un mes de tránsito entre lo que fue la humanidad hasta el momento y lo que pensamos y deseamos que pueda llegar a ser hacia el futuro. Nunca habíamos vivido tanta oscuridad y en ella el deseo de luz o derrotero, nunca había estado tan presente y necesario quienes habitamos el planeta tierra desde Oslo hasta Neuquén, desde Salta hasta Singapur, desde Ontario hasta Tokio, desde Budapest hasta Bogotá. Y en Bogotá, en el centro de los Andes, en donde la ciudad reclina la cabeza sabre la empinada e indómita cordillera, la reflexión de enero figuraba a la vez el reclamo de una sociedad agotada por la actualidad sanitaria, por los embates del día a día y noche a noche, cuya diversidad se ajusta con tal fidelidad a la fantasía, que hace sentir a la vida, como si se tratara de un vuelo eterno y aunque paradójico, efímero.
Así, entre contradicciones, entre bocanadas de aire a cuentagotas, en medio del caos, la reflexión, el cansancio y el porvenir, se inició para la Alcaldía Local en manos de Horacio Guerrero, la necesidad de recorrer un territorio golpeado por las circunstancias, pero en pie; de un territorio históricamente ultrajado e ibidem, orgulloso, solidario y resistente en su lucha por el amor, la construcción social y una identidad que desde el sur del centro del país, de manera silenciosa y constante se ha consolidado como ejemplo para la nación.
Fue en sus calles desérticas, fue en sus esquinas susurrantes de porvenir y alimento, fue desde sus parques y zonas rurales, fue desde sus casas silenciosas asidas a las montañas desde donde inició el trazo de una geografía que al día de hoy nos revela un mapa, una radiografía, desde la cual mano a mano e idea a idea, se ha venido tejiendo el hilo de una narración que nos sostiene y dignifica en la lucha por sobrevivir.
la policía, y de profesionales al servicio de la comunidad para fortalecer normas de bioseguridad; es así como a través de los Puestos de Mando Unificado (PMU), se le hizo frente al segundo pico de la pandemia, concentrando esfuerzos en ruralidad, adentrándonos en el paisaje y en el diario vivir de los y las habitantes de Ciudad Bolívar.
En este mes hemos visitado huertas comunitarias y avanzado en sus procesos, creando una comunicación amable entre la Alcaldía y la comunidad. El diálogo social, y las mesas de trabajo han recibido puntual asistencia enfatizando además las necesidades culturales, que resarcen el ánimo golpeado por la actualidad sanitaria. En este mes integrados a diferentes instituciones y distintas áreas de la Alcaldía, hemos acompañando a la comunidad para enfrentar diversos conflictos y promoviendo el cuidado en materia de salud.
El Alcalde ha caminado por toda el territorio, desde Pasquilla hasta Casuca, concientizando al comercio, ofreciendo sensibilizaciones e información para el cuidado y la tranquilidad de los habitantes, repartiendo alimentos a la comunidad en garantía de los derechos humanos; de la misma manera con un número aproximado de 5 reuniones al día, ha dado atención desde las instalaciones a distintos puntos, sumando alrededor de 150 reuniones en el mes, pues el trabajo ha sido ininterrumpido de domingo a lunes.
Escucha el podcast aquí: https://anchor.fm/alcalda-ciudad-bolvar/episodes/Caminando-la-palabra-ed...